"El Mago... del Poker"

Blog del jugador de poker Gandalf, donde podeis encontrar artículos sobre sus distintas participaciones en todo tipo de eventos, así como otros, con diferentes enfoques, también relacionados con este maravilloso mundo.

Una mala tarde de Poker.

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No era la tarde idónea para jugar al Poker, ya que había madrugado para acompañar a mi amigo a Madrid, y pasamos toda la mañana haciendo gestiones. Aquí y allá, muchos kilómetros, y algún que otro quebradero de cabeza, lo que, aunque no lo notes, merma tu capacidad de concentración, y también física.

Llegamos al casino casi a las cinco, fuimos a registrarnos y ya estaba completo, por lo que entramos en la reserva, eso sí, como tercero y cuarto, lo que nos aseguraba que jugaríamos. Así fue, y cuando apenas corrían 14 minutos del torneo, por el altavoz anunciaron mi nombre y antes de que pasase una sola ciega había tomado mi asiento. Apenas había sacado mis amuletos y conectado el Ipod, cuando ya tenía cartas. Las miré con poca atención pensando que primero debería ubicarme bien. Eran dos reyes, lo que hizo que lo demás pasase a un segundo plano y me centrase en la mano. Me vino subida desde Utg+1, hasta 300, y decidí resubir para quitarme problemas. Subí a 600, todos foldearon, y cuando llegó la mano a quién la había abierto, igualo la resubida. El flop trajo A95, el jugador que había subido pasó, y yo decidí que era la ora de hacer algunas preguntas sobre la fortaleza de su mano, por ver si llevaba el As. Vuelvo a subir 600, 1/2 bote, y él, después de pensar bastante tiró dos damas boca arriba, llevándome 675 incluyendo la ciega. También yo le enseñé los reyes, con el fin de que viera que no había llegado a la mesa intentando pasarme de listo...
La siguiente mano que jugué, fue en ciega grande, teniendo 9Ts. La ciega me vino limpia y por supuesto pasé. El flop trajo 78j, dándome una escalera a dos puntas. pasé, y de los dos que quedaban en la mano, el cut of metió 200. Decidí ver, porque aunque las ods no me eran favorables, ese jugador me había dado síntomas de ser demasiado agresivo, ya que metía siempre que estaba en un bote, aunque siempre foldeaba ante resubidas, por lo que pensé, que además de mi proyecto, podría tirarlo si salía algún A o K, apoyándome en ellos para intentar un farol. El turn no pudo ser mejor, ya que me trajo una Q. Volví a pasar, y él también, lo que me dio una idea de que simplemente había hecho una continuebet en el flop y daba claras señales de que no se fiaba demasiado. El river no cambió nada, y en este caso, fui yo quién metió 200, que sabía que me vería solo por lo invertido en el bote. Así fue, mostrando K7. Mi lectura había sido buena, y me reportó otras 500 fichas que me hacían superar los 6000 puntos. Recuerdo, que estando recogiendo las fichas, me percaté de que a mi amigo y compañero de torneo lo habían eliminado, en una mano desgraciada, QQ contra 95,lo que me dejó un poco frío y me sacó un poco de la partida, perdiendo algunas fichas limpeando con manos semimarginales.
Tendría unas 7000 fichas, cuando uno de los jugadores se restó por 1800. El mismo de la escalera anterior, vio su all ín.  yo aún no había mirado mis cartas, y pensaba que muy buenas deberían ser para meterme en semejante fregao. Tenía TT, por lo que también decidí ver. El flop trajo T95, y yo, con mi trucha, decidí pasar, para darle la iniciativa nuevamente al que estaba siendo con diferencia el jugador más agresivo de la mesa. Volví a acertar, y me subió 1500. Me paré, resoplé, y amagué incluso con tirar mis cartas. Pensé que un poco de teatro le daría aún más confianza, pero al final, por supuesto, vi. Sale el turn, una Q, y vuelvo a pasar, pero esta vez, el otro jugador también pasa. Y el river trajo otro 5, mi full, y ahí cometí uno de los errores de la tarde, ya que puse mi bountí en la mesa en señal de all ín. Evidentemente el se tiró, y por descontado el jugador restado no llevaba nada útil. Me llevé casi 5000 fichas, pero de no haber cometido ese error, estoy seguro de haberle podido sacar al menos otras mil.
Mi primer contratiempo, vino, cuando en ciega grande, aguanto un miniraise del botón a 200 estando las ciegas 50/100. Tenía A8s. Imaginé que había subido ya que la mano le había llegado limpia y pretendía robar ciegas, pero quise adivinar que no debería llevar gran cosa para no hacer siquiera una 3bet. El flop trajo 894, paso, y ella mete otras 200, yo veo con mi ocho, el turn 5, vuelvo a pasar, y me vuelve a meter 200, y vuelvo a pagar. El turn trae otro cuatro, vuelvo a pasar, y mete 300. No sé si lleva un cañón y me está poniendo el cebo necesario para que pique, o está tirándose un farol, porque la única carta que tengo por encima es el 9. Vuelvo a pagar, y me enseña un full de 99444. Alucino!!! Se me queda mirando, como con menosprecio, y no me puedo callar. "Viendo que tienes ahí tres bountys no me esperaba que me subieras con 94". Ahí queda todo, pero me deja un poco tildao.
Y sin solución de continuidad, vuelvo a tener TT. Por entonces con un Stack de unas 14000 fichas. Soy ciega grande, por lo que hablo el último, y en una posición media uno de los jugadores se envida por algo más de 4000. Lo pienso un buen rato, porque no estoy para flips, pero al final decido ver. El tiene QQ, pero antes de que me de tiempo a pensar lo por detrás que voy, el croupier saca un 10, aunque el subidón dura poco, porque las otras dos son un 9 y una J, con lo que le da proyecto de escalera a dos puntas. y en el turn, el rey, y por si quedaban dudas, el river le trae el A. Escalera máxima. Estoy de acuerdo en que iba por detrás antes del flop, pero estaréis conmigo en que es una mano muy cruel para mí, y que me deja otra vez bastante tocado.
Bajo a algo más de 9000, la media estaría es unas 7000, y apenas doce minutos para la cena. Me planteo seriamente levantarme y volver ya después de la cena, porque mi cabeza se había quedado en esa jugada. Pero al final, me quedo, y creo que en esa decisión es donde me fue el torneo. El croupier anuncia lasthand antes de la cena. Yo empiezo a levantarme, pero miro las cartas, y 88, no lo puedo tirar, la mano llega limpia y subo a 600 en ciegas 150/300, y el jugador inmediatamente a mi izquierda resube a 1600. Veo, primer error, porque si no quiero líos, las tiro, pierdo seiscientas y empiezo después de cenar todavía con más de la media, en otro caso, lo mejor es All ín, y que piense él... El flop trae 66T, hablo primero, y, segundo error y grave, meto all in de cara. El se lo piensa, pero termina viendo. Tiene AT y me cubre ampliamente, con lo que estoy fuera.
Y así fue como tiré en dos manos, una de mala suerte, y otra absurdamente jugada por mi parte, un torneo en el que me había colocado en una posición que al menos me permitía jugar con tranquilidad. Y la moraleja, si es que la hay, es que en esto del poker, puedes hacerlo genial, tener mucha suerte y estar concentrado, pero debe ser así de principio a fin, porque un solo error, puede dejarte fuera. Supongo que esto es lo que hace a este juego tan especial.

Y nada más, solo aprovechar esta entrada, para agradecer las numerosas muestras de apoyo que me dais respecto al blog y la gran acogida que este está teniendo entre mis amigos y conocidos.

Un saludo.
Gandalf.

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Phillip Ivey nació un 1 de febrero de 1976 en Riverside, California, pero cuando tenía tres meses de edad sus padres se separaron, y su madre decidió la mudanza a Roselle, Nueva Jersey, donde crió al joven Phil junto a sus abuelos.


Su infancia fue la de cualquier chico normal, jugando baloncesto y fútbol americano, y tuvo la suerte de que sus padres se reconciliaran a sus ocho años. En ese tiempo Phil jugaba partidas de 5-Card Stud por 5 centavos con su abuelo, que le hacía trampas para darle una lección sobre los peligros de apostar. Pero el efecto logrado fue el contrario, puesto que Phil decidió que sería jugador profesional.

Ya a sus 16 vencía sólidamente en las mesas de póquer que organizaba el padre de un amigo, y comenzó a buscar la forma de jugar de forma constante. Para ello utilizó a partir de los 18 una credencial de un tal Jerome Graham -compañero de trabajo de Phil en una empresa de telemarketing, a quien pagó $50 para que le dejara utilizarla- que le permitió poner a prueba sus habilidades en Atlantic City, la Las Vegas de Nueva Jersey.



Por supuesto en sus comienzos el inexperto y ya agresivo Phil Ivey perdió más de lo ganó, pero eso sólo en el aspecto económico. Lo que capitalizó de sus errores en esos años lo conviertieron en el experto que ahora es en Limit, No Limit, Stud, Omaha, torneos, y casi cualquier otra modalidad de póquer existente. "Se aprende de la gente con la que juegas. La mejor forma es sentarse, jugar, aprender de los errores, y perder dinero. Debes estar dispuesto a perder. De esa forma mejorarás."

A los 20 años pudo estabilizarse y decidió -con el apoyo de su padre- que Atlantic City sería su casa. Cuando cumplió 21 pudo decirle adiós a Jerome Graham para utilizar por fin su verdadero nombre, el que con los años sería mundialmente famoso. "Cuando cumplí 21 le dije a la supervisora de las mesas de póquer del casino que mi nombre real era Phil, y que había estado jugando con una credencial falsa," rememora Phil. "Pero ya era mayor de edad y no había nada que ellos pudieran hacer. La supervisora sólo dijo 'Okay, Phil'."

De allí nace el famoso alias de Phil durante sus primeras incursiones en el póquer online: No Home Jerome, y del que se siente orgulloso. No así de otro sobrenombre que le pusieron: el Tiger Woods del Póquer. Prefiere ser el Phil Ivey del Póquer. El trabajo en la empresa de telemarketing le dio a Phil mucho más que una credencial para poder jugar póquer en los casinos y tener una de sus dos experiencias como trabajador a sueldo (la otra fue una corta experiencia en un McDonald's): allí conoció a Luciaetta, quien se convirtió en su esposa tiempo después. 

Con 21 años y convertido en un jugador legal en toda regla Phil decidió que era momento de entrar en el póquer grande, y para ello decidió participar en las World Series of Poker de 2000, logrando dos mesas finales y su primer brazalete en un Pot Limit Omaha de $2.500 de entrada. Esta primera victoria le reportó $195.000, y la satisfacción de haber superado en la Mesa Final a Amarillo Slim Preston, David Devilfish Ulliot, y Phil Hellmuth. 

Un par de años después Phil se lanzó a la fama al ganar tres brazaletes de las WSOP en tres modalidades diferentes, evidenciando su versatilidad y conocimiento del juego. El 23 de abril de 2002 ganó un 7-Card Stud de $1.500, llevándose un premio de $132.000. El 3 de mayo logró ser el mejor en un 7-Card Stud Hi/Lo de $2.500 y $118.440 de recompensa. El 10 del mismo mes obtuvo su tercer brazalete consecutivo al ganar un S.H.O.E. de $2.000 de entrada, y dotado con un primer premio de $107.540. Este logro lo ubicó a la altura de Phil Hellmuth y Ted Forrest, en cuanto a la mayor cantidad de brazaletes ganados en una única WSOP. La quinta victoria llegó en 2005, nuevamente en un evento de Pot Limit Omaha. Esta vez el premio fue mucho mayor: $635.603. Con cinco brazaletes en un corto período de tiempo, parecía que nadie podría detener la marcha triunfal de Phil, pero allí se detuvo la cuenta. Sin embargo, Ivey es demasiado inteligente como para preocuparse por ello. "Cada día es diferente. En el póquer hay que vivir el momento. Como en el golf, un tiro a la vez. Si has hecho un mal tiro, no quieres pensar en ello. Lo olvidas y avanzas al siguiente. Por eso es que el póquer y el golf son tan similares a nivel competitivo."

Phil tuvo otras dos grandes victorias ese año que dieron un empujón superlativo a su carrera de profesional, al ganar el Monte Carlo Millions, y su premio principal de $1.000.000. Al día siguiente superó a Mike Matusow, Phil Hellmuth, Gus Hansen, Chris Ferguson, Dave Ulliott, y John Juanda en el Full Tilt Poker Invitational, haciéndose de $600.000 extras. 2006 comenzó con la elección de Phil como el jugador del año para All In Magazine, Bluff Magazine, y el UK Gaming Awards. En las WSOP de ese año no pudo sumar brazaletes, aunque hizo dos mesas finales, finalizando 3º en el H.O.R.S.E. de $50.000, y 2º en un $5.000 Omaha Hi/Lo ganado por Sam Farha. 

En febrero de ese año Ivey ganó más de $16 millones en tres días jugando para La Corporación al multimillonario tejando Andy Beal, en un enfrentamiento Heads Up con stakes de $50.000/$100.000. La Corporación era un grupo de profesionales que aportaron dinero para enfrentar a Beal, y que en una oportunidad anterior habían perdido $10 millones. Tras perder con Phil, Beal dijo que no jugaría más al póquer, aunque antes ya había declarado lo mismo. 

Ahora Phil vive junto a Luciaetta en Las Vegas, donde es un habitual del Big Game del Bellagio, la mesa de cash con las mayores apuestas del mundo. Allí el juego es una combinación de variantes de póquer con límites en $4.000/$8.000, y reúne a los más grandes y audaces jugadores.

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Para casi todos los entendidos, el mayor talento que ha dado el mundo del naipe en los tiempos modernos. Este norteamericano de padres judíos es uno de los dos únicos mortales que han logrado ganar el evento principal de las World Series of Poker (WSOP) en tres ocasiones: 1980, 1981 y 1997. En su momento fue amado por unos y odiado por muchos más, lo que no se puede negar es que es y, más que probablemente, será el jugador de poker más famoso de la historia.
Stuart Erroll Ungar (su madre le puso Erroll en honor del actor australiano, pues estaba enamorada perdidamente de él) nació el 8 de septiembre de 1953 en Nueva York. Se crió en Manhattan, en el East Side. Su padre, Ido, regentaba un club social en el que además de copas se servían cartas, con lo que el pequeño Stu tomó biberones rodeado de picas, corazones, tréboles y diamantes. El patriarca quiso mantener alejado a su retoño de esta afición, pues veía el modo en que su clientela se dejaba los cuartos, los medios y hasta los enteros. Pero sus intentos fueron baldíos. El bueno de Stuart demostró una habilidad innata para el gin rummy, y a base de ganar todos los torneos en los que participaba se hizo un nombre. A los 10 años ganó el primero. Era el pistoletazo de salida de una carrera de éxitos.
Cuando tenía 15 primaveras Ido murió en brazos de su amante, y Stu, con su madre incapacitada por una grave enfermedad, encontró en Víctor Romano, enrolado en la familia de los Genovese, a su auténtico padrino. El mafioso, que tenía una memoria prodigiosa (se dice que podía repetir la definición exacta de cualquier palabra del diccionario) utilizaba este don divino para calcular probabilidades en el mundo del juego, y con su magisterio fue transmitiendo todas sus habilidades al joven Ungar, que se volvió invencible.
La protección que le brindaban sus amistades peligrosas le valió para salir bien librado de su instinto asesino y sus malos modos en las mesas. En cierta ocasión un jugador al que había ganado le intento agredir con una silla en la cabeza: días después fue hallado muerto de un disparo. Carta blanca para Ungar, a cambio del dinero que ganaba en el gin y el poker. Con sus triunfos mantenía a su hermana y a su madre; pero lo que ganaba al gin lo perdía en los dados o cualquier cosa sobre la que se pudiera apostar. Primero se mudo a Florida; pero después acabó en Las Vegas, donde se casó con su novia de siempre y tuvo una niña.
El principal motivo que lo llevó al poker y a cambiar de aires fue que su reputación en el gin rummy hizo que ya no tuviera rivales. Nadie quería jugar con él. Ungar, con su aspecto aniñado, destrozaba a sus compañeros de mesa. Una famosa noche despedazó, literalmente, al considerado número uno del momento (con su permiso) Harry Yonkie Stein. “Desde ese día nunca volvió a ser el mismo (Stein)”, aseguró uno de los que presenciaron la masacre. Tras esto, era un hombre marcado. Ungar llegaba a ofrecer determinadas ventajas a sus oponentes; pero ni así conseguían acabar con él.
Una vez un famoso tramposo lo retó a jugar contra él. Ungar sabía que era un timador; pero aceptó jugar por dinero. Durante la partida, el guardaespaldas de Stu (lo llevaba por obra y gracia de sus amigos hampones para evitar que lo asaltaran) se dio cuenta de que su rival jugaba sucio. El gorila se puso hecho un basilisco y apartó a su protegido para partir por la mitad al chorizo; pero Stu le dijo que lo dejara. “Ya sé que no es legal; pero le ganaré”. Y lo hizo.
Ya en Las Vegas, el gin rummy seguía siendo popular en forma de torneos. Ungar ganó o acabó entre los primeros en muchos de ellos, de tal modo que los propietarios de los casinos le pidieron que no acudiera, ya que la mayoría de los clientes rechazaban participar si lo veían. Tal es el temor que inspiraba. Los dueños veían que este alfeñique amenazaba sus negocios. Ungar afirma en su biografía que adoraba ver como sus oponentes se iban paulatinamente desmoronando, y le complacía especialmente contemplar su cara de desesperación. Un rasgo de su personalidad que nos indica su carácter despiadado, incluso sádico, en el juego y, quizá, en la vida. “Era jodidamente bello”, decía. Para concluir con su etapa de gin rummy nada mejor que esta frase de su cosecha: “Algún día, supongo que puede haber algún jugador mejor de texas hold´em no limit que yo. Lo dudo; pero puede suceder. Lo que puedo jurar es que no puedo ver a nadie nunca jugando al gin rummy mejor que yo”.
En 1980 acudió a las WSOP buscando apuestas y emociones más fuertes. Ganó el evento principal, dejando en la cuneta en el mano a mano final a nada menos que a Doyle Brunson, y convirtiéndose en el campeón más joven de la historia (hasta que Phil Hellmuth lo desbancó de este honor en 1989 y ahora Peter Eastgate). Por su imagen de chavalín le pusieron el apodo de The Kid (el chico). Revalidó el título en 1981, y a partir de aquí vino una caída imparable, un deterioro progresivo que acabó en una habitación del Motel Oasis. Pero eso lo contaremos más adelante.
Estaba en la cumbre de su carrera. Tenía una memoria prodigiosa y un cociente intelectual de genio. Podía seguir la pista a cada carta en un mazo con seis barajas jugando al blackjack. En 1977 apostó con Bob Stupak, propietario de varios casinos, la cantidad de 100.000 dólares a que no era capaz de contar las tres últimas barajas de un total de seis. Ganó.
En 1982 la Comisión de Juego de New Jersey le multó con 500 dólares por hacer trampas en una mesa de blackjack. Argumentaban que añadió fichas a posteriori en una casilla ganadora… algo que él negaba con vehemencia. La penalización era una fruslería para él; pero si la pagaba admitía ser un tramposo; algo que detestaba. No lo necesitaba. Su memoria de paquidermo y su habilidad para contar cartas (algo legal) le permitían ganar sin utilizar malas artes.
Apeló en los tribunales y ganó el caso. La broma le costó más de 50.000 dólares y, según cuenta en su biografía, el proceso le dejó tan agotado que no pudo defender su título de campeón con éxito. Su reputación le empezó a cerrar las puertas en los casinos de Nevada. Cuando le veían llegar, las mesas de blackjack se cerraban. Este fue quizás el punto de inflexión en su vida. Se divorció de Madeleine en 1986. Tuvieron una hija, Stefanie. Adoptó un hijo del primer matrimonio de Madeleine, Richie, que tomó el apellido Ungar. Pero la tragedia golpeó en su puerta salvajemente y, tras su ceremonia de graduación en el instituto, Richie se suicidó. Sus padres enloquecieron, y Stu encontró en la cocaína una vía de escape. Durante las WSOP de 1990, que jugó bancado por su íntimo amigo Billy Baxter, fue hallado inconsciente el tercer día del evento principal en el suelo de la habitación de su hotel habitual. Una sobredosis de drogas era la culpable. Aún así, y con los crupieres poniéndole las ciegas en su ausencia, acabó noveno, llevándose 20.500 dólares.
Dilapidó lo ganado en el naipe en coca y apuestas deportivas e hípicas. Conoció lo que es ser millonario y arruinarse cuatro veces. El ciclo era sacar del poker y metérselo por la nariz o dejárselo en los caballos. La mayoría de sus amigos y gran parte de sus rivales afirmaban que no quería llegar a los 40 años. Uno de los primeros aseveró que lo único que lo mantenía con vida era su férrea determinación por ver crecer a su hija. Mike Sexton intento que ingresara en una clínica para desengancharse; pero Stu lo rechazaba sistemáticamente, asegurando que algunos de sus compañeros de viaje que habían estado en estos centros le decían que era más fácil conseguir en ellos droga que en la calle.
En 1997 estaba sin blanca. Una vez más Baxter le financió los 10.000 dólares de la inscripción del evento principal. The Kid tenía un aspecto lamentable, con el tabique nasal carcomido por la cocaína. Sin embargo, parece que el polvo blanco no le había afectado el cerebro. Guardó una foto de su hija en la cartera y la llamaba regularmente para comentarle cómo le iban las cosas. Ungar triunfó por tercera vez y mostró a las cámaras de la ESPN la foto de Stefanie mientras le dedicaba la victoria. Partió con Baxter el premio del millón de dólares. Los medios de comunicación de las Vegas hablaron del retorno de Stu: habían pasado 16 años desde que ganó las series mundiales por vez primera. La imagen que queda de él en el evento es la de un hombre prácticamente desfigurado con unas minúsculas gafas de sol tipo John Lennon.
En unos pocos meses el manirroto Ungar malgastó sus ganancias: farlopa y apuestas deportivas. Ante los ruegos de su hija, intento dejar la droga varias veces; pero a las pocas semanas acababa recayendo.
En 1998 su mecenas particular, Baxter, le volvió a ofrecer el dinero necesario para jugar las World Series. Stu aceptó. Sin embargo, 10 minutos antes de que diera comienzo el evento principal dijo que no podía: estaba destrozado por las drogas. Los meses siguientes fueron su caída imparable a los infiernos: imploraba a sus amigos un préstamo para jugar… aunque se lo gastaba en
crack.
El fin llegó en su habitación del Motel Oasis en noviembre: apareció muerto con 800 dólares, lo que le quedaba de los 25.000 que le dejó de nuevo Baxter una semana antes para jugar en las mesas de límites altos en el Bellagio. Había perdido, pero no tanto. Dónde fue a parar el resto…
La autopsia determino que había restos de narcóticos en su organismo; pero no en la suficiente cantidad como para originar la muerte. La causa oficial fue un fallo cardiaco motivado con el consumo excesivo de sustancias estupefacientes a lo largo de su vida. A pesar de haber ganado millones, acabó sus días en la miseria. Su amigo y compañero de mesas Bob Stupak organizó una colecta para pagarle el entierro.
Stu sólo vivió 45 años; pero en ese corto espacio de tiempo se convirtió en leyenda. Único jugador que ha vencido en tres ocasiones en el evento principal de las Series Mundiales de Poker; pues Johnny Moss se llevó la primera, en 1970, por votación popular. En las Series ganó más de dos millones de dólares en premios y cinco brazaletes; en su carrera, más de 30… y murió arruinado.
Ungar también se hizo con la ahora desaparecida Amarillo Slim Super Bowl of Poker en 1983,1988 y 1989. Esta competición era considerada como el segundo título más prestigioso del mundo del poker. Acabó primero en un total de 10 torneos en los cuales la entrada era de 5.000 dólares o más.
Una de sus frases más celebres es: “No quiero que digan de mí que soy un buen perdedor. Enseñadme un buen perdedor y os mostraré a un perdedor”. Su competitividad era extrema, algo que en ocasiones pagaban los crupieres.
Muchos de sus compañeros de naipe y antiguos profesionales están de acuerdo en que podía haber “cosechado” mucho más si hubiera sabido exprimir a sus rivales. Su estilo despiadado y asesino dejaba tocados a los pobres incautos que se sentaban a su vera. No sabía regular la partida e ir poco a poco ganando. Quería hacerlo y humillar, con lo que sembraba de sal el campo que pisaba.
Mamando de las ubres de Romano y sus secuaces hay multitud de anécdotas que riegan su vida. Se hallaba en cierta ocasión esperando un vuelo para ir a jugar a Europa con algunos profesionales más. Todos menos él llevaban pasaporte. Por no tener, ni tenía número de la Seguridad Social, y si lo tuvo fue para poder cobrar su primer titulo en las WSOP en 1980. Pues bien, tras ser advertido que lo necesitaba para abandonar el país, el agente le dijo que por una pequeña cantidad podía conseguir un formulario allí mismo con el que le darían el documento rápidamente. Acostumbrado a los tejemanejes de Romano en Nueva Cork, creyó que le pedían una “mordida”, y le largó un billete de 100 pavos al funcionario. El aduanero, indignado, a punto estuvo de llamar a la policía acusándole de intento de soborno. Sus amigos pudieron calmar las aguas y todo acabó solucionándose con normalidad.
Ungar tenía varios coches de lujo; pero no le gustaba conducir, y raramente lo hacía. Prefería los taxis. Los cogía desde y para ir a cualquier lugar, por muy cercano que estuviera. Sus propinas a taxistas y empleados de casino eran legendarias. Según Mike Sexton, “Stuey gastaba más dinero en taxis en un año que lo que ganaba mucha gente en ese periodo de tiempo”.
Se compró un nuevo modelo de Mercedes deportivo y lo condujo hasta que se quedó sin aceite y rompió el motor. Llevó el vehículo hasta la tienda donde lo había adquirido y el mecánico le dijo que el problema era que se había quedado sin lubricante. Ungar le replicó: “¿Por qué demonios no me avisaron que había que poner eso?”.
Para él comer era una actividad que le apartaba del juego, por lo que sus comidas eran relámpagos. Invitaba a todo el mundo, dejaba generosas propinas y salía como una centella del restaurante para volver a las mesas… con tapete.
Cuando tenía dinero, era una de las personas más generosas que nadie pudiera conocer. Una vez estaba en racha y le pago a su compañero de fatigas en las apuestas deportivas, Michael Baseball Mike Salem, la hipoteca de varios meses. Salem no le pidió el dinero; pero Stu sabía que estaba perdiendo y por eso lo hizo. Le salía del alma ayudar a sus amigos.
Sexton y Ungar se conocieron durante una mala temporada del primero. Estaba al borde de la bancarrota. Stu se encontraba jugando seven card stud con límites altos y fue al servicio. Allí estaba Sexton. Le pidió que echara una mano por él. Entre profesionales se hacía la vista gorda y se consentían cosas de este tipo. Sexton enganchó una escalera de mano; pero la jugó de forma cautelosa: no era su dinero. Cuando Ungar volvió del baño vio un bote monstruoso y su actitud hizo que Sexton jugara el final de forma agresiva y ganara un buen dinero. Stu le prestó 1.500 dólares para que fuera a otra mesa. Ganó otros 4.000, le dio a Ungar la mitad y pudo reconstruir su bankroll.
Le gustaba vivir deprisa sin reparar en gastos. En poco tiempo, las carreras de caballos le hicieron embolsarse un millón y medio de dólares. Se llevo a sus camaradas a un club de strippers y pago una juerga de época: chicas, champán, habitaciones… Nunca pido nada a nadie.

No tenía tiempo ni para asearse en demasía. El pelo se lo lavaban dos veces a la semana en el casino The Dunes y se lo cortaban cuando era menester. Nunca tuvo el dinero en un banco. Lo guardaba en la caja fuerte de los hoteles donde se hospedaba. Decía: “Quiere decir que no puedo ir a medianoche y coger mi pasta”. “Es ridículo”.

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Esta noche, he jugado unos Sti`s en La Perla Negra, donde he tenido unas jugadas que considero dignas de mención por distintos motivos.

En primer lugar, un all ín que se puede considerar perfecto: El jugador de mi derecha resube a 400, con ciegas 50/100, y antes de tomar mi decisión me anuncia que me aguantará un all ín, con lo que yo decido envidar primero teniendo AA. Resulta que el jugador de la izquierda también se envida, así que mostramos cartas, yo AA, derecha AT e izquierda TT, con lo que antes de salir las comunes las cartas de mis rivales me son inmejorablemente faborables, ya que se llevan pisadas las posibilidades de victoria y yo estoy ampliamente por delante. Efectivamente las comunes no cambian nada y me triplico, cogiendo una amplia ventaja con el resto, que me permite ganar el Sit & Go sin tener que meterme después en demasiados lios.

Y la otra, es una jugada cuanto menos controvertida. Yo estoy en ciega grande, y el jugador al que en la partida anterior había dejado fuera en tercera posición sube la mano a 120, estando la ciega en 10/20. Yo decido aguantar, porque los precedentes con ese jugador me decían que me estaba intentando robar la ciega con cualquier mano. El flop trae 257, y yo piyo top pair con kicker K. Como hablo primero, le meto de cara 400, el aguanta y yo deduzco que aunque no ha pillado nada, no quiere que le vuelva a echar de otra mano más. El turn trae un 2, y yo, al seguir manteniendo mi top pair, decido envidar. El lo vé, ya que había pillado una trucha de doses. Y es por esto que considero que se puede calificar la mano cuanto menos de extraña, porque aunque es bien cierto que cada uno juega a esto como quiere, no lo es menos que no parece muy lógico aguantar una subida de tal magnitud con un 2 pinchado y un 4 como kicker. En fín, ayá cada cual con su forma de jugar. Desde luego, ahora entiendo, cuando mi amigo Maxime, gran jugador de poker, me dice que a veces parece que el juega a una cosa y algunos otros a otra.

Un saludo a todos, y espero vuestros comentarios al respecto.

GANDALF

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Nueva mesa Cenacle - Todo un lujo.

Posted by Administrador On 2:09 0 comentarios

Es para mí un orgullo presentaos en exclusiva el nuevo modelo de la firma Cenacle. Se trata de una variante del modelo Tradición, estandarte de la Marca, con reposabrazos de antes sintético, cubremesa, tapete personalizado HD y emplazamiento crupier. Sin duda una mesa que hará las delicias de cualquier buen aficionado, así como dará un punto de distinción y elegancia a cualquier Casino o Poker Room. Una buena elección para todo tipo de público. Disfrutadla!! Y recordad que podeis ver todos los modelos de esta impresionante firma en http://www.cenacle.es/








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